Según datos del Instituto Nacional de Causas Pedidas, de la Secretaría de Asuntos Intrascendentes, noventa y nueve de cada cien usuarios de computadoras alguna vez en su vida ha dado clic a “No guardar” cuando Word pregunta «¿Desea guardar los cambios efectuados en su documento?». El uno por ciento restante sólo usa la computadora para jugar solitario (el de las cartas o el de You Porn).
En la mayoría de los casos, justo después del clic, cuando te das cuenta de la monumental metida de pata, viene un lastimero grito de lamento, la patada al mueble más cercano y unas ganas tremendas de tomar tu computadora y estrellarla contra un muro (como si fuera culpa de las computadoras no volver preguntar: «¿Estás segura(o) grandísima(o) idiota de que quieres cerrar el documento que estuviste trabajando dos horas sin guardar lo que escribiste?»).
Pero no, cuando la riegas así, no queda más que resignarte, tomar una aspirina y trapear. Hace rato terminé de escribir para El Gráfico una de las columnas más cachondas que he redactado en mi vida. Relataba, con detalles extraordinariamente precisos uno de mis momentos más eróticos. Al escribirla, por mis dedos caminaban pedacitos del recuerdo de lo recién experimentado; de la piel tibia, del sexo intenso, de los besos a granel, del orgasmo fulminante. En cada teclazo, revivían las caricias dadas y recibidas, la penetración, la invasión. Era tan sensual el texto que, al terminarlo, no pude evitar separar las piernas, meter la mano bajo mi ropa y comenzar a tocarme.
El caso es que, después de aquello, cuando la computadora me preguntó si guardaba el documento trabajado respondí dándole clic al no. Me di de topes, casi lloro, pero respiré profundo y con el ánimo abollado, comencé a escribir de nuevo. Espero que salga al menos presentable…
¡Claro que es oficial el día de los amigos con derechos! Lo declaró la UNESCO o bueno, la TUITESCO, pero igual vale ¿Qué no?
¿Flores? Eso es para el 14 de feberero, el día de los amigos con derechos se debe regalar sexo oral…
A todo esto, qué sería lo bueno y lo malo de tener amigos con derechos, a ver:
VENTAJAS:
Sexo libre de compromisos. Que maravilla tener con quién coger sin las presiones del noviazgo. Claridad, honestidad y cachondería ¿Puede haber un mejor orgasmo?
Sexo libre de romance. Quieres coger, no ir a cenar, velitas, coqueteo, seducción. Llamas por teléfono y listo, como las pizzas, pero más sabroso.
Sexo libre de secretos. Son amigos, se las saben de todas, todas, para qué guardar secretos o hacerte la mosquita muerta. ¡A coger!
DESVENTAJAS:
Alto riesgo de enamoramientos no planeados. Después de coger a uno de los amigos puede gustarle de más y no conformarse con la amistad con derechos. El encanto se rompe cuando se pretende que los derechos sean de exclusividad.
Riesgo de perder la amistad. Cuando las cosas no funcionan en la cama o alguien pretende más de lo que el otro quiere dar, la amistad puede valer gorro.
Riesgo de autoboicot. Después de tener a un amigo con derechos, nunca más será como cualquier amigo. Después, cuando tengas otra relación, entre los celos del novio(a) y los del amigo(a), será difícil mantener los equilibrios.
En cualquier caso, la amistad es lo primero y si haz de coger, qué mejor que sea con alguien que te quiere, te entiende y con quien te diviertes, aunque no sean novios.
Besos
P.D. YA VISTE QUE YA ACTUALICÉ LA LISTA DE VÍNCULOS A LAS COLUMNAS DE EL GRÁFICO, ME LO HABÍAN RECLAMADO MUCHO.
Acá dejo algunos anuncios que he ido subiendo últimamente en twitter y face. Según esto una imagen dice más que mil palabras, a mí me siguen gustando las palabras, pero las imágenes pueden ser elocuentes.
Las imágenes son más grandes si les das click o las descargas en tu computadora.
No porque piense que la política sea mala, al contrario, es hermosa. Muchos me han dicho que, entonces, el problema no es la política, sino los políticos.
Tengo buenos amigos en todos o en casi todos los partidos. Algunos son mis clientes, otros mis amigos, algunos trabajan en la política, militan en un partido o simplemente son simpatizantes, en todos, he encontrado cualidades y ganas de que el país mejore.
A todos, para no herir susceptibilidades, les digo que me gusta ejercer el derecho a la secrecía del voto. Así no me veo obligada a decir por quién voy a votar, ni siquiera cuando quien me pregunta es del partido cuyo logo pienso cruzar.
No sé si un acontecimiento tan insignificante como el hecho de que yo cruce una boleta electoral ayude de verdad a mejorar a México, pero estoy convencida que si es la suma de esas papeletas cruzadas la que determina quién va a ser el próximo presidente, no se solucionarán todos los problemas ni se dará voz a quienes no la han tenido, pero al menos será un mejor comienzo.
Este domingo 1 de julio, hay que votar. Por quien quieras, pero libre y responsablemente, hay que entintarnos el pulgar y tomar una decisión.