-No sé, Lulú, a mí no me parece normal. ¡Ya nunca tiene ganas!- Me dice mi amiga Patricia mientras mira tristemente su capuchino a mitad de una de esas conversaciones que se convierten en confidencia. Lo último que me habría pasado por la tatema es que Adrián, su marido, ya no se la cogiera. Una de dos, le está poniendo el cuerno o ya no paraguas. Para que tengas el antecedente, Patricia está guapísima. Es joven, atlética, se arregla bien, tiene casi cuarenta pero el cutis como de veinteañera. Nos conocimos en el gimnasio y nos hicimos amigas. No sabe a lo que me dedico, pero es muy franca en cuanto a sus intimidades.
-A ver, Paty… ¿Han probado ya con potenciadores sexuales?-
-Ah, no, eso no. ¡De ninguna manera! A él no le pasa nada. No necesita Viagra ni nada de eso. Todavía se le para, pero ya no dura. Creo que el problema soy yo. ¡Ya no le excito!-
Suspiré. ¡Otra que cae en el gran error de los potenciadores sexuales y la erección masculina! En estos tiempos para mejorar una erección hay mucho más que el Viagra y demás pastillas para la disfunción eréctil. De cualquier forma, cualquiera tiene una mala racha en eso de las funciones fisiológicas.
A veces nosotras nos sentimos responsables. Una erección significa que le gustas. Si no se le para, entonces no le gustas ¡No! Eso no tiene para nada que ver con nosotras. El estrés y el cansancio de la vida diaria pueden repercutir en su desempeño sexual, no es que nosotras no los excitemos. Los hombres tampoco son de piedra.
Adrián es un hombre de cuarenta y tantos, es guapetón, pero ella es más bonita que él. Supongo que ganas no le faltan, lo peor que pueden hacer es tirar la toalla antes de intentarlo todo.
-Nada pierdes con tratar- Le dije
-Pero él no va a querer tomarse ningún remedio. Es más, le va a encabronar que se lo proponga.-
-Es que tú no le tienes que hacer sentir como si fuese impotente. Es mejor darle el enfoque de “vamos a divertirnos los dos juntos con esto”-
Si su secreto es el uso de potenciadores, tú y su médico son los cómplices ideales. Nosotras también decidimos la manera de disfrutarlo, ya sea con juegos, medicamentos o geles orales
-¿Y entonces? ¿Qué me propones?-
-Ven- le digo -¡Nos vamos de compras!-
Una hora más tarde, hemos adquirido un pequeño sobre de gel bebible de sildenafil, que es un potente afrodisiaco capaz de resolver los problemas bioquímicos que causan la falta de líbido, estimulan el apetito sexual y prolongan las erecciones sin dañar el organismo. Es un gel oral con buen sabor y muy práctico que ambos van a poder disfrutar. Bueno, bonito y barato. Tampoco se trata de tirar la casa por la ventana, pero esto no es lo mismo que ir a la farmacia a comprar aspirinas, si algo se ver rico y tiene buena pinta lo echamos también al carrito de la compra.
Lo bueno de Patricia es que no le asusta probar cosas nuevas. Me lo habrán escuchado decir unas dos mil veces, pero ahí va, la dos mil una: ¡EL SEXO ES COSA DE DOS! Si ellos no han de tener reparos para probar, ¿por qué los íbamos a tener nosotras? Además, es muy diferente tomarse una pastillita con ayuda de un vaso de agua antes de mantener relaciones que probar un surtido de cosas nuevas para pasarlo mejor en la cama. ¡Qué sensación más artificial, tomarse la pastilla! Y qué diferente eso a decir: ahora vamos a beber este gel, a probar un elixir que puede garantizar que él estará más firme que un soldadito. Ese es el espíritu.
Y así, quedamos en vernos Patricia y yo, en una semana en el mismo sitio y a la misma hora, para que me cuente cómo les ha ido con su nueva adquisición. ¿Quieres saberlo también? ¡No se pierdan mi próximo post al respecto!
Para el consumo de productos para atender la disfunción eréctil consulta a tu médico.
Lo que hace un potenciador sexual es que por un lado aumenta la libido, y por otro tus erecciones duran más tiempo. Di adiós a la falta de ganas y a la eyaculación precoz. Le darás más placer a tu chica, aguantarás más tiempo, y también sentirás mayor placer durante el orgasmo. Los dos saldrán ganando, pues tú disfrutarás más, y ella también, sin poner en riesgo tu salud.
Querido Maestro:
En calle manzana prohibida, hay una casa de mala muerte, donde bien quiere la suerte, que se dé la buena vida. Allí vivía una joven, aún de rasgos infantiles, que rentaba sus abriles para que no se los roben.
A un lado de la cantina, de una mesa rinconera, un hombre de traje gris, pidió que alguien pusiera las canciones de Sabina.
Y en la casa del pecado, donde el deseo es una orden, entre los besos mercenarios de auqellas flores de un día, sonaron con voz rasposa las palabras de satín que recitaba con gallardía un cantor español que se llamaba Joaquín.
Fue la vez primera que le escuché, Maestro, cantarle a la soledad y declamarle al deseo, entonar la melodía de calle melancolía y poner en frases francas y cabales la verdad del desamor, de los besos y el pecado. Declararse devoto de la luna, cómplice de la noche, de la risa y del desliz.
Siempre quise agradecerle, a nombre de aquella chica, que en sus canciones hay guiños que sin sentencia ni juicio, describe con precisión los detalles de mi oficio.
Gracias Sabina. Gracias por Magdalena, por el amor en los bares del puerto, por levantarle la falda a la luna, por los besos salados, por no querer amores civilizados, por las sábanas frías, por los que se acuerdan de mí cuando me olvidan.
Gracias Joaquín. Gracias por los besos adictivos, por tu bendito veneno, por la absolución del juez justo y severo. Gracias por corromper al puritano, por pedir con velitas la cena para dos, por cobijarte en amores fugitivos. Por no teñirte las canas, por no guardarte las ganas, por dormir y no dormir en las camas, donde las aves de un día, curan el sarampión a los reclutas, porque si es como lo ves, y en las andanzas del amor que dan las putas somos todos parte y juez, más claro queda aquello de que nunca jamás quiera decir tal vez.
Gracias por estar aquí. Gracias por querer a México, porque México te quiere a ti.
Gracias Maestro por escribir para nosotras.
Lulú Petite
Aún en México «500 Noches para una crisis»
Hace muchos, muchos años, a las mujeres nos engañaron, contándonos que en realidad todas éramos frígidas y si no disfrutábamos en la cama era cosa de los designios del Señor. Del Señor de arriba, ese que va con mayúscula inicial, no del que estaba a nuestro lado en la cama. Este iba a lo suyo, pues por supuesto la sexualidad no era cosa de mujeres decentes. Sólo las putas pensaban en orgasmos y después de la eyaculación la satisfacción femenina pasaba a segundo término.
Ahora bien, los señores del mundo han pagado con creces aquel desliz que nos hizo vivir tanto tiempo en la inopia sexual… ¡porque ahora los engañados son ellos!
Como lo lees: ahora resulta que muchas damiselas han pasado a la teoría de que, si una chica no disfruta en la cama, el culpable es el chico.
Pues permíteme que te diga a ti que me lees, seas chico o chica, que ya es hora de que alguien rompa una lanza en favor de la igualdad sexual. Que desde luego es muy indispensable en calles, hogares y lugares de trabajo, por supuesto… pero yo por ahora me estoy refiriendo a la igualdad sexual esa que se practica y se disfruta unos centímetros abajo del ombligo. De coger ¡Pues!
Hoy, más que nunca, la sexualidad es cosa de dos. Ni señoritas decimonónicas ni esclavos del tantrismo, el sexo es una experiencia que tanto depende de ti como de tu pareja sexual. ¿La clave? Compartir: deseos, fantasías, anécdotas, sueños… En el sexo, todo vale, siempre que ambos estén de acuerdo. Se trata de disfrutar juntos. Olvida los convencionalismos, atrévete a dar el salto al otro lado y despéinate… o mejor dicho, despéinense junto. ¿Qué te gusta? ¿Qué le gusta? ¡No se corten!
Seguramente te habrás gastado alguna vez un buen pellizco en aquella lámpara de diseño que queda tan coqueta en tu estudio. Te dejas medio sueldo en el gimnasio y el salón de belleza, pagas ese pico de más en el supermercado comprando productos bio… ¿Pero cuándo ha sido la última vez que has invertido en sexo?
Como te digo, todo vale con tal de disfrutar. Entonces, ¿por qué si inviertes en calidad en productos de belleza, estética y alimentación, no inviertes también en calidad sexual?
Si le echas aderezos a los alimentos, si le aplicas perfume a tu propio cuerpo, ¿por qué no ibas a utilizar también potenciadores de tu bienestar sexual? La clave es disfrutar juntos, y este tipo de productos están creados especialmente para aportar a ambos el máximo placer. Además, igual que no tienes un solo par de zapatos, o un solo par de pendientes, no debes limitarte a un único juguetito, a una única posición, a probar con productos nuevos: las posibilidades son innumerables. Atrás se quedaron los tiempos del vibrador con forma de macana de guardia de granaderos en marcha de los profes de la CNTE… anillos para el pene, mariquitas vibradoras, bolas chinas, juguetes bondage e incluso nuevos suplementos bebibles que, sin ser un medicamento, pueden prender tu energía sexual y ayudar en tu desempeño para ponerle a tu chava una despeinada deliciosa. ¿Por cuál empezáis? Aviso: ¡pueden crear adicción!
Ahora, por ejemplo, está en el mercado un nuevo producto para avivar tu vida sexual y convertirla en toda una odisea, con la ventaja, además de que es un gel comestible que un hombre puede guardar en la bolsa de su camisa, o en cualquier lado, con una presentación única en el mundo, puede hacer de ti lo que las espinacas a Popeye. ¡Basta ya de comprar gel para peinar! Es hora de comprar un gel que te despeine. Pero de eso y sus detalles, te platicaré muy pronto… Mientras: http://www.despeinate.com/
Es hora de despeinar a la cotorra. Y por supuesto, no os olvides de compartir conmigo tus experiencias. Estoy deseando escucharlas…
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