Mañanero

Me colocó boca abajo, con una almohadilla bajo el abdomen, levantándome las nalgas y con las piernas ligeramente separadas. Me besó los muslos, acarició las corvas, repasó su lengua por mi piel, escalando mi cadera y mi columna vertebral. Subió hasta el cuello y siguió besando nuca, hombros, omóplatos, torso, espalda y coxis. Se entretuvo en mi trasero, besando cada milímetro de piel, cada espacio, cada curva.
Me levantó un poco más y metió otra almohada bajo mi vientre para lengüetear con más libertad mi sexo, lo hizo despacio, buscando reacciones, acariciando mis muslos, probando ritmos, de pronto un roce de su lengua en el perineo (también conocido como el niés -ese breve espacio de piel que ni es cola, ni es culo pero que está entre ambos-) me hizo estremecerme, el placer era tan intenso que tuve un orgasmo desquiciante.
Jóvenes: Inténtelo en sus casas, resultados garantizados.

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