Más turbada

Masturbarte es un acto sublime. Cómo no va a serlo si se trata de hacer el amor contigo. Si involucra imaginación, sensualidad, deseo, presencia y ausencia. Yo, generalmente, cierro los ojos y pongo en mi cabeza las fantasías más elaboradas mientras busco placer con mis dedos o con algún juguete. No es por presumir, ni por dárselos a desear, pero soy buenísima masturbándome. Me encanta coger, pero el placer que logro por propia mano y las fantasías que lo provocan, no pueden compararse con los que consigo con un hombre. No digo que sean mejores o peores, sino tan distintas que no pueden medirse igual.

Este martes, en El Gráfico, tour guiado para masturbarte.

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